domingo, 12 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 8B.



8.- UNA BUENA EXPOSICIÓN DE CIERTAS DUDAS QUE PUEDEN SUSCITARSE RESPECTO A LA CONTEMPLACIÓN; QUE LA CURIOSIDAD DEL HOMBRE, SU SABER Y SU NATURAL INTELIGENCIA HAN DE ABANDONARSE EN ESTE TRABAJO; DE LA DISTINCIÓN ENTRE LOS GRADOS Y LAS PARTES DE LA VIDA ACTIVA Y CONTEMPLATIVA


B.- Me preguntas ahora: si estos pensamientos no sólo son buenos en sí mismos sino que además pueden usarse para bien, ¿por qué los debo dejar bajo una nube de olvido? responder a esto precisa cierta explicación. Comenzaré diciendo que en la Iglesia hay dos clases o formas de vida: la activa y la contemplativa. La vida activa es inferior, y la contemplativa superior. Dentro de la vida activa hay también dos grados, uno bajo y otro más alto. Pero estas dos vidas son tan complementarias que, si bien son totalmente diferentes entre sí, ninguna de las dos puede existir independientemente de la otra. Pues el grado superior de la vida activa se introduce en el grado inferior de la contemplativa, de manera que, por activa que sea una persona, es también al mismo tiempo parcialmente contemplativa. Y cuando el hombre es tan contemplativo como puede ser en esta vida, en cierta medida sigue siendo activo.
La vida activa es de tal naturaleza que comienza y termina en la tierra. La contemplativa, sin embargo, puede ciertamente comenzar en la tierra pero continuará sin fin en la eternidad. Y ello porque la vida contemplativa es la parte de María que no le será quitada. La vida activa, en cambio, se ve turbada y preocupada por muchas cosas, pero la contemplativa se sienta en paz con la única cosa necesaria.
En el grado inferior de la vida activa la persona hace bien ocupándose en buenas acciones y obras de misericordia. En el grado superior de la vida activa (que se funde con el grado inferior de la vida contemplativa) el hombre comienza a meditar en las cosas del espíritu. Ahora es cuando debe ponderar con lágrimas la maldad del hombre hasta adentrarse en la Pasión de Cristo y los sufrimientos de sus santos con ternura y compasión. Es ahora también cuando crece en el aprecio de la bondad de Dios y de sus dones y comienza a alabarle y darle gracias por las maravillosas maneras con que actúa en su creación. Pero en el grado más alto de la contemplación -tal como la conocemos en esta vida- todo es oscuridad y una nube de no-saber. Aquí uno se vuelve a Dios con deseo amoroso de sólo él mismo y permanecer en la ciega conciencia de su desnudo ser.

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