33.-
QUE LA PERSONA SE PURIFICA DE SUS PECADOS PARTICULARES Y DE SUS CONSECUENCIAAS
POR MEDIO DE LA CONTEMPLACIÓN; SIN EMBARGO, NUNCA LLEGA A LA SEGURIDAD PERFECTA
EN ESTA VIDA
No entraré ahora directamente en otras
técnicas. Si dominas éstas, creo que estarás más capacitado para enseñarme a mí
que a ti. Pues, a pesar de que todo lo que te he dicho es cierto, estoy muy
lejos de ser un experto en ellas. Por eso espero sinceramente que me puedas
ayudar progresando tú mismo en ellas.
Te animo a que te mantengas durante
algún tiempo en esta tarea y, si no puedes dominar inmediatamente estas técnicas,
aguanta pacientemente el sufrimiento de las distracciones. Pero tu sufrimiento
pasará y Dios comenzará a enseñarte sus propios métodos por medio de su gracia
y a través de la experiencia. Entonces sabré que has sido purificado del pecado
y de sus efectos; de los efectos de tus propios pecados personales, es decir,
no de los del pecado original. Pues las secuelas del pecado original te
asediarán hasta la tumba, a pesar de tus esfuerzos. No te molestarán tanto, sin
embargo, como los efectos de tus pecados personales. Has de comprender, no
obstante, que en esta vida no podrás vivir sin gran angustia. Por lo que
respecta al pecado original, cada día te traerá alguna nueva tentación al mal
que habrás de derribar y cercenar con la vehemente espada de doble filo del
discernimiento. La experiencia te enseñará que en estas vida no hay absoluta
seguridad ni paz duradera.
Pero no cedas nunca ni te pongas
demasiado nervioso por la posible caída. Pues si tienes la gracia de dominar
los efectos de tus pecados personales con la ayuda de los recursos que he
descrito (o si puedes con otras formas mejores), confía en que los efectos del
pecado original y demás tentaciones que pueden derivarse de ellos apenas habrán
de impedir tu crecimiento.
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