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QUE NO ESTAR EN NINGUNA PARTE FÍSICAMENTE SIGNIFICA ESTAR EN TODAS
ESPIRITUALMENTE; QUE NUESTRO YO SUPERFICIAL PUEDE RIDICULIZAR LA CONTEMPLACIÓN
COMO UNA PÉRDIDA DE TIEMPO
A lo mejor te diría que has de replegar
tus facultades y sentidos dentro de ti mismo para allí dar culto a Dios. Diría
bien, esto es cierto, y ninguna persona sensata podría negarlo. Sin embargo,
por miedo a un posible engaño y a que puedas interpretar literalmente lo que
digo, yo no quiero expresar la vida interior de esta manera. Me expresaré más
bien en paradojas. No trates de replegarte dentro de ti mismo, pues, para
decirlo de un modo simple, no quiero que estés en ninguna parte; no, ni fuera,
ni arriba, ni detrás o al lado de ti mismo.
Pero a esto dices: "¿Dónde he de
estar entonces? Según dices, ¡no he de estar en ninguna parte!". Exacto.
De hecho, lo has expresado bastante bien, pues efectivamente quisiera que no
estuvieras en ninguna parte. ¿Por qué? Porque no estar en ninguna parte
físicamente equivale a estar en todas partes espiritualmente. Procura entender
esto claramente: tu actividad espiritual no está localizada en ningún lugar
particular. Pero cuando tu mente se centra conscientemente en algo, tú estás en
ese lugar espiritualmente, de la misma manera que tu cuerpo está localizado
ahora en un lugar determinado. Tus sentidos y facultades quedarán frustrados
por falta de algo donde agarrarse y te increparán por no hacer nada. Pero no te
preocupes. Sigue con esta nada, movido solamente por tu amor hacia Dios. No lo
dejes nunca, persevera firme y fijamente en esta nada, ansiando vivamente
poseer siempre a Dios por amor, a quien nadie puede poseer por conocimiento. En
cuanto a mí, prefiero perderme en esta falta de lugar, debatiéndome con esta
ciega nada, antes que ser un gran señor que viaja por todas partes y disfruta
del mundo como si fuera dueño de él
Olvídate de este modo de estar en todas
partes y de todo el mundo. Su riqueza palidece junto a esta bendita nada y
falta de lugar. No te inquietes si tus facultades no pueden captarla. En
realidad, así debe ser, ya que esta nada es tan sutil que los sentidos no
pueden alcanzarla. No puede explicarse, tan sólo experimentarse.
A los que acaban de encontrarla, les
puede parecer muy oscura e inescrutable. Pero, en realidad, están cegados por
el esplendor de su luz espiritual más que por cualquier oscuridad ordinaria.
¿Quién crees que se mofa de ella como de una vacuidad? Nuestro yo superficial,
naturalmente. No nuestro verdadero yo; no, nuestro verdadero e íntimo yo la
aprecia como una totalidad por encima de toda medida. Pues en esta oscuridad
experimentamos una comprensión intuitiva de todo lo material y espiritual sin
prestar atención alguna especial a nada en particular.
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