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QUE EL HOMBRE HA DE PERSEVERAR PACIENTEMENTE EN LA OBRA DE CONTAMPLACIÓN,
SOPORTANDO ALEGREMENMTE SUS SUFRIMIENTOS Y SIN JUZGAR A NADIE
Quien desee recuperar la pureza del
corazón perdida por el pecado y conseguir esa integridad personal que está por
encima de todo sufrimiento, ha de luchar pacientemente en la actividad
contemplativa y mantenerse en el tajo, haya sido pecador habitual o no.
Pecadores e inocentes sufrirán en esta tarea, aunque obviamente los pecadores
sentirán más el sufrimiento. Sucede, sin embargo, con frecuencia, que muchos
que han sido grandes y habituales pecadores llegan antes a la perfección de
ella que aquellos que nunca han pecado gravemente. Dios es verdaderamente
maravilloso al derramar su gracia en aquellos que elige; el mundo se queda
abrumado, aturdido, ante un amor como este.
Y creo que el día del juicio final será
realmente glorioso, pues la bondad de Dios brillará claramente en todos sus
dones de gracia. Algunos de los que ahora son menospreciados y despreciables (y
que quizá son pecadores inveterados) reinarán aquel día gloriosamente con sus
santos. Y quizá algunos de los que no han pecado gravemente y que ante los
demás aparecen como personas piadosas, venerados como buenos por otras
personas, se encontrarán en la miseria entre los condenados.
Lo que quiero resaltar es que en esta
vida ningún hombre puede juzgar a otro como bueno o malo por la simple
evidencia de sus obras. Las obras en sí mismas son otra cuestión. Podemos
juzgarlas como buenas o malas, pero no a la persona.
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