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CÓMO ALGUNOS JÓVENES PRESUNTUOSOS PRINCIPIANTES DISTORSIONAN LA PALABRA
"ARRIBA"; LOS ENGAÑOS QUE SE SIGUEN
Dejemos a un lado esta discusión ahora y
volvamos a lo que comencé a decir sobre la comprensión espiritual de ciertas
palabras clave.
Dije más arriba que los jóvenes
discípulos de espiritualidad que no tienen cuidado con la presunción están muy
inclinados a interpretar mal la palabra "arriba", Oirán decir o
leerán que los contemplativos deben "levantar su corazón a Dios"
Inmediatamente comienzan a clavar la mirada en las estrellas como si estuvieran
en otro planeta y a escuchar como si esperaran captar cantos celestiales de
ángeles. A veces enfocan su curiosa imaginación a penetrar los secretos de los
planetas y a perforar el firmamento con la esperanza de ver en el espacio
exterior. Están inclinados a imaginarse a Dios según sus propias fantasías,
viéndole en suntuosa vestimenta y sentado en un trono exótico. Alrededor de él
se imaginan ángeles en forma humana, dispuestos como músicos en una orquesta.
Créeme, no se ha visto ni oído nada semejante en esta vida.
Algunas de estas personas son engañadas
de una manera increíble por el demonio, que incluso les enviará una especie de
rocío que pretende ser el alimento celeste de los ángeles. Parece llegar suave
y delicadamente de los cielos, dirigiéndose de modo maravilloso hacia su boca.
Así han contraído el hábito de estar boquiabiertos como si trataran de coger
moscas. No te engañes. Todo esto es una ilusión, a pesar de sus matices
piadosos, pues al mismo tiempo su corazón está vacío de fervor genuino. Por el
contrario, esas locas fantasías les han llenado de tal vanidad, que el demonio
puede llevarles fácilmente a hacerles oír extraños ruidos, iluminaciones raras
y deliciosos olores. Es un engaño lamentable.
Estas gentes, sin embargo, no ven el
engaño y están convencidas de que emulan a santos como Martín, que, en una
revelación, vio a Cristo entre los ángeles vestido de esplendor; o Esteban, que
vio al Señor glorioso en los cielos; o los discípulos, que le estaban mirando
mientras desaparecía en las nubes. Creen que, como ellos, deberíamos mantener
nuestra mirada fija en los cielos. Yo estoy de acuerdo en que deberíamos
levantar nuestros ojos y manos en gestos corporales de devoción según nos
impulse el Espíritu. Pero insisto en que nuestra actividad contemplativa no ha
de dirigirse hacia arriba o abajo, a este lado o al otro, adelante o atrás,
como si fuera una máquina. Pues no es actividad de la carne sino aventura de
vida interior emprendida en el Espíritu.
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