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DE LA ORACIÓN PERSONAL PROPIA DE LOS CONTEMPLATIVOS
El experto contemplativo, pues, no
depende del razonamiento discursivo del mismo modo que los principiantes y los
poco avanzados. Sus conocimientos surgen espontáneamente sin la ayuda del
proceso intelectual, como intuiciones directas de la verdad. Algo similar puede
decirse también de su oración. Hablo de su oración personal, no del culto
litúrgico de la Iglesia, aunque no quiero dar a entender que se desprecia la
oración litúrgica. Por el contrario, el verdadero contemplativo tiene la más
alta estima de la liturgia y es cuidadoso y exacto en su celebración, siguiendo
la tradición de nuestros padres. Pero estoy hablando ahora de la oración
privada y personal del contemplativo. Ésta, lo mismo que su meditación, es
totalmente espontánea y no depende de métodos específicos de preparación.
Los contemplativos raras veces oran con
palabras, y si lo hacen, son pocas. En realidad, cuanto menos mejor. Y además
una palabra monosílaba es más adecuada a la naturaleza espiritual de esta obra
que las largas. Pues desde ahora el contemplativo se ha de mantener continuamente
presente en el más profundo e íntimo centro del alma.
Déjame ilustrar lo que digo con un
ejemplo tomado de la vida real. Si un hombre o mujer, aterrorizado por un
repentino desastre, toca el límite de sus posibilidades personales, concentra
toda su energía en un gran grito de auxilio. En circunstancias extremas como ésta,
una persona no se entrega a muchas palabras, ni siquiera a las más largas. Por
el contrario, reuniendo toda su fuerza, expresa sus desesperada necesidad en un
grito agudo: "¡Socorro!". Y con esta exclamación suscita
efectivamente la atención y la asistencia de los demás.
De manera semejante, podemos entender la
eficacia de una palabrita interior, que no llega a pronunciarse, pero que surge
desde lo hondo del espíritu de un hombre y que es la expresión de todo su ser.
(Por lo hondo o profundidad entiendo lo mismo que altura, pues, en el ámbito
del espíritu, altura y profundidad, largura y anchura, es lo mismo). Por eso
esta simple oración que prorrumpe desde lo hondo de tu espíritu mueve el
corazón de Dios todopoderoso con más seguridad que un largo salmo recitado
mecánicamente en voz baja.
Este es el significado de aquel dicho de
la Escritura: "Una breve oración penetra los cielos".
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