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DE LA PRIMERA FACULTAD SECUNDARIA, LA IMAGINACIÓN; CÓMO FUNCIONA Y CÓMO LA HA
DAÑADO EL PECADO ORIGINAL
Con la facultad de la imaginación,
reproducimos para nosotros la imagen de las cosas presentes o ausentes. La
imaginación y todas las imágenes que reproduce se hallan contenidas en la
memoria. Antes del pecado original, la imaginación cooperaba totalmente con la
razón. Como una criada, reflejaba fielmente cada imagen de acuerdo con la
realidad, y así la razón nunca era engañada en sus juicios por una imagen
deformada de cualquier cosa, fuera material o espiritual. Ahora, sin embargo,
esta integridad de nuestra naturaleza se ha perdido, y la imaginación no cesa
día y noche de deformar la imagen de las criaturas materiales, de tergiversar
su esencia espiritual o de engendrar en nuestra memoria fantasmas de cosas
espirituales. Sin la ayuda de la gracia se está propenso a grandes errores de
percepción, produciéndose así muchas de formaciones de la realidad.
La naturaleza indisciplinada de la
imaginación es evidente en la experiencia de los neófitos que acaban de dejar
el mundo y que están en el comienzo de la vida contemplativa. No sin gran
dificultad apartan su alma de millares de pensamientos e imágenes placenteras,
o de fantasía en torno a su pasado que la imaginación desbocada proyecta
continuamente sobre la pantalla de su alma. Esta habitual actividad
indisciplinada de la imaginación es una de las consecuencias dolorosas del
pecado original. A medida que estos neófitos progresan en las prácticas de la
vida contemplativa, meditando fielmente en su
humana fragilidad, en la Pasión de Cristo, su bondad trascendente y en
las demás verdades de la vida interior, la razón va gradualmente sanando,
recuperando su justo predominio sobre la imaginación.
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