domingo, 12 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 34.A



34.- QUE DIOS DA EL DON DE LA CONTEMPLACIÓN LIBREMENTE Y SIN RECURRIR A MÉTODOS; LOS MÉTODOS SOLOS NUNCA PUEDEN SUSCITARLA

A.- Si me preguntas ahora cómo se ha de proceder para realizar la obra contemplativa del amor, me pones en un aprieto. Todo lo que puedo decir es que pido a Dios todopoderoso que en su gran bondad y dulzura te enseñe él mismo. Pues debo admitir con toda honradez que yo no lo sé. Y te has de extrañar, pues es una actividad divina y Dios puede realizarla en cualquiera que elija. Nadie puede merecerla. Por paradójico que pueda parecer, ni siquiera puede ocurrírsele a persona alguna -no, no a un ángel ni a un santo- el desear el amor de contemplación en caso de que no estuviera ya vivo en él. Creo también que, con frecuencia, llama el Señor deliberadamente a trabajar en esta obra a los que han sido pecadores habituales con preferencia a aquellos que, en comparación, nunca le ofendieron gravemente. Sí, parece que lo hace con mucha frecuencia. Pues pienso que quiere hacernos comprender que es todo misericordia y poder, y que es perfectamente libre para obrar cómo, dónde y cuándo le plazca.
No da, sin embargo, su gracia ni realiza esta obra en una persona que no tenga aptitud para ella. Pero una persona que no tiene capacidad de recibir su gracia no la alcanzará tampoco a través de sus propios esfuerzos. Nadie, ni pecador ni inocente, puede conseguirla. Pues esta gracia es un don, y no se da a la inocencia ni es negada al pecado. Advierte que digo negada, no retirada. Cuidado con el error aquí, te lo suplico. Recuerda que cuanto más cerca está el hombre de la verdad, más sensible ha de ser al error. La advertencia que hago es correcta, pero si ahora no puedes captarla, déjala hasta que Dios te ayude a entenderla. Haz como te digo y no te devanes los sesos.

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