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QUE AQUELLOS QUE CONFÍAN MÁS EN SU PROPIA INTELIGENCIA NATURAL Y EN EL SABER
HUMANO QUE EN LA DOCTRINA COMÚN Y LA DIRECCIÓN DE LA IGLESIA ESTÁN ENGAÑADOS
Hay todavía otros que, aunque escapen a
los engaños que acabo de describir, caen víctimas de su orgullo, de su
curiosidad intelectual y de su saber de eruditos al rechazar la doctrina común
y la orientación de la Iglesia. Estas personas y sus seguidores confían
demasiado en su propio saber. Nunca estuvieron enraizados en esa humilde y
ciega experiencia del amor contemplativo y de la bondad de vida que le
acompaña. Son así vulnerables a la pseudo-experiencia trazada y dirigida por su
enemigo espiritual. Llegan hasta levantarse y blasfemar contra los santos, los
sacramentos y las ordenanzas de la santa Iglesia. Los hombres sensuales y
mundanos que creen que las exigencias de la Iglesia para la enmienda adecuada
de su vida son demasiado molestas, corren pronta y fácilmente detrás de estos
herejes, y los apoyan. Y todo porque imaginan que estos herejes los conducirán
por una senda más suave que la santa Iglesia.
Ahora bien, creo realmente que todo
aquel que no emprenda el camino arduo del cielo se desliza fácilmente por el
camino del infierno, como veremos cada uno de nosotros el último día. Estoy
convencido de que si pudiéramos ver a estos herejes y sus seguidores en el
momento actual, como los veremos en el día del juicio, nos daríamos cuenta de
que, además de su abierta presunción al negar la verdad, están cargados con
grandes y pesados pecados cometidos en su vida privada. Se dice de ellos que en
su vida privada están tan llenos de vil lujuria como lo están de la falsa
virtud que despliegan en su vida pública. Con toda verdad bien pueden llamarse
los discípulos del Anti-Cristo.
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