4.- DE LA SIMPLICIDAD A LA CONTEMPLACIÓN; QUE NO SE HA DE ADQUIRIR
POR EL CONOCIMIENTO O LA IMAGINACIÓN
A.-
Acabo de describir un poco lo que supone la actividad contemplativa. Ahora
quiero estudiarla con más detenimiento, tal como yo la entiendo; a fin de que
puedas proceder en ella con seguridad y sin errores.
Esta actividad no lleva tiempo aun
cuando algunas personas crean lo contrario. En realidad es la más breve que
puedas imaginar; tan breve como un átomo (medida medieval más pequeña del
tiempo), que a decir de los filósofos es la división más pequeña del tiempo. El
átomo es un momento tan breve e integral que la mente apenas si puede
concebirlo. No obstante, es de suma importancia, pues de esta medida mínima de
tiempo se ha escrito: "Habréis de responder de todo el tiempo que os he
dado". Y esto es totalmente exacto, pues tu principal facultad espiritual,
la voluntad, sólo necesita esta breve fracción de un momento para dirigirse
hacia el objeto de su deseo.
Si por la gracia fueras restablecido a
la integridad que el hombre poseía antes de pecar, serías dueño total de estos
impulsos. Ninguno de ellos se extraviaría, sino que volaría al único bien, meta
de todo deseo, Dios mismo. Pues Dios nos creó a su imagen y semejanza,
haciéndonos iguales a él, y en la Encarnación se vació de su divinidad,
haciéndose hombre como nosotros. Es Dios, y sólo él, quien puede satisfacer
plenamente el hambre y el ansia de nuestro espíritu, que, transformado por su
gracia redentora, es capaz de abrazarlo por el amor. Él, a quien ni hombre ni
ángeles pueden captar por el conocimiento, puede ser abrazado por el amor. El
intelecto de los hombres y de los ángeles es demasiado pequeño para comprender
a Dios tal cual es en sí mismo.
Intenta comprender este punto. Las
criaturas racionales, como los hombres y los ángeles, poseen dos facultades
principales: la facultad de conocer y la facultad de amar.
Nadie puede comprender totalmente a Dios
increado con su entendimiento; pero cada uno, de maneras diferentes, puede
captarlo plenamente por el amor. Tal es el incesante milagro del amor: una
persona que ama, a través de su amor, puede abrazar a Dios, cuyo ser llena y
trasciende la creación entera. Y esta maravillosa obra de amor dura para
siempre, pues aquel a quien amamos es eterno. Cualquiera que tenga la gracia de
apreciar la verdad de lo que estoy diciendo, que se tome a pecho mis palabras, pues
experimentar este amor es la alegría de la vida eterna y perderlo es el
tormento eterno.
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