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QUE DIOS DESEA SER SERVIDO POR EL HOMBRE EN CUERPO Y ALMA; QUE ÉL GLORIFICARÁ A
AMBOS; Y CÓMO DISTINGUIR ENTRE GOCES ESPIRITUALES BUENOS Y MALOS
Mi intención en todo esto no es
ciertamente disuadirte de que ores en voz alta cuando el Espíritu Santo te
inspire hacerlo así. Y si el gozo de tu espíritu inunda tus sentidos de manera
que comienzas a hablar a Dios como hablarías a un hombre cualquiera, diciendo
cosas como "Jesús", "dulce Jesús", y otras parecidas, no
necesitas apagar tu espíritu. Dios no permita que me entiendas mal en esta
materia. Pues ciertamente no quiero apartare de expresiones externas de amor.
Dios me libre de querer separar cuerpo y espíritu, pues fue él mismo quien lo
hizo una unidad. En efecto, debemos honrar a Dios con toda la persona, cuerpo y
espíritu juntos. Y en la eternidad él glorificará perfectamente toda nuestra
persona, cuerpo y espíritu. Como primicia de su eterna gloria, Dios puede
inflamar a veces los sentidos de sus fieles amigos con indecible delicia y
consuelo, incluso aquí mismo, en esta vida. Y no solamente una o dos veces,
sino quizá con mucha frecuencia, según juzgue más conveniente. Este goce, sin
embargo, no se origina fuera de la persona entrando a través de la fuerza de
los sentidos, sino que brota de una abundancia de alegría espiritual y de
verdadera devoción de espíritu. Consolación y gozo como este no ha de ser nunca
puesto en duda o temido. En una palabra, creo que todo el que lo experimenta no
podrá ya dudar de su autenticidad.
Pero te prevengo para que seas cauto
ante otros consuelos, sonidos, alegrías o goces provenientes de fuentes
externas que no puedes identificar, ya que pueden ser buenos o malos, obra de
un ángel bueno o de un espíritu maligno. Pero si evitas vanas especulaciones y
tensiones físicas y emocionales no naturales en los caminos que yo te he
enseñado (o en caminos mejores que tú puedas descubrir), importa poco que sean
consuelos buenos o malos, pues no pueden hacerte mal. ¿Por qué está tu
seguridad tan afianzada? Sin duda porque la fuente de la auténtica consolación
es el deseo reverente y amoroso que habita en un corazón puro. Esta es la obra
del Dios todopoderoso labrada sin recurso de técnicas y por lo mismo libre de
fantasía y del error que llevan a caer a un hombre en esta vida.
Por lo que se refiere a otros consuelos,
sonidos y goces, no entraré en los criterios para discernir si son buenos o
malos ahora, pues no creo que sea necesario. Han sido tratados en toda su
extensión en la obra de otro hombre que es muy superior a cuanto yo pudiera
escribir o decir. Allí puedes encontrar cuanto te he dicho y cuanto tú
necesitas saber, y mucho mejor tratado. Pero, ¿qué importa eso? De todos modos
yo proseguiré, pues no me molesta contestar al deseo de tu corazón que busca la
comprensión de la vida interior. Este deseo me lo manifestaste antes a mí con
palabras y ahora lo veo claramente en
tus acciones.
Diré una cosa relativa a estos sonidos y
goces que percibes a través de las facultades naturales y que pueden o no ser
malas. Aprende a estar continuamente ocupado en el ansia ciega reverente y
gozosa del amor contemplativo como te he enseñado. Si haces esto, estoy cierto
que este amor mismo te permitirá discernir sin error entre el bien y el mal. Es
posible que estas experiencias puedan cogerte desprevenido al principio por ser
tan poco comunes. Pero el ciego impulso de amor afirmará tu corazón y no les
dará crédito hasta que reciban su aprobación desde dentro, por el Espíritu
Santo, o desde fuera por la orientación de un prudente padre espiritual.
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