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LA IGNORANCIA RESPECTO AL FUNCIONAMIENTO DE LAS POTENCIAS DEL ALMA PUEDE LLEVAR
FÁCILMENTE A ERROR Y A ENTENDER MAL LA INSTRUCCIÓN SOBRE LA CONTEMPLACIÓN; DE
CÓMO LA PERSONA SE HACE CASI DIVINA POR LA GRACIA
Mi querido amigo en Dios, fíjate a qué
riesgos nos vemos expuestos por el pecado original. ¿Ha de extrañarnos el que
estemos ciegos y engañados a la hora de interpretar el significado espiritual
de ciertas expresiones, especialmente si somos tan ignorantes de nuestras
propias facultades y de su funcionamiento?
Has de darte cuenta de que siempre que
estás ocupado en cosas materiales, por buenas que sean en sí mismas, estás
ocupado en algo exterior a ti y que está por debajo de ti en el orden de la
creación. Otras veces estarás absorto en introspección en el ámbito más sutil
de tu conciencia, pues a medida que crezcas en el conocimiento propio y en la
humana perfección, tus facultades espirituales se dirigirán hacia tu desarrollo
espiritual, los buenos hábitos que vas adquiriendo, los malos que vas dominando
y tus relaciones con los demás. En tales momentos estás ocupado en algo que es
interior a ti mismo y que está a tu mismo nivel de hombre. Pero habrá veces
también en que tu alma se vea libre de toda ocupación en algo material o
espiritual y totalmente absorta en el ser de Dios mismo. Esta es la actividad
contemplativa que he venido describiendo en este libro. En esos momentos te
trasciendes a ti mismo, haciéndote casi divino, si bien permaneciendo por
debajo de Dios.
Digo que te trasciendes a ti mismo,
haciéndote casi divino, porque has conseguido por la gracia lo que te es
imposible por naturaleza, ya que esta unión con Dios en espíritu, en amor y en
unidad de deseo es el don de la gracia. Casi divino; sí, tú y Dios sois tan uno
que tú (y todo verdadero contemplativo) puedes ser llamado divino en un sentido
verdadero. De hecho, las Escrituras nos dicen esto [Salmo 81,6: "Yo dije:
Dioses sois"; Jn 10,34 ]. Naturalmente, tú no eres divino en el mismo
sentido que lo es Dios; pues él, sin principio ni fin, es divino por
naturaleza. Tú, en cambio viniste a ser desde la nada y en un determinado
momento en el tiempo. Además, después que Dios te creó con el inmenso poder de
su amor, tú te hiciste menos que nada por el pecado. Por el pecado no merecías
nada, pero el Dios de toda misericordia te recreó amorosamente en gracia, haciéndote,
como si dijéramos, divino y uno con él en el tiempo y en la eternidad. Pero,
aunque eres verdaderamente uno con él por gracia, sigues siendo menor que él
por naturaleza.
Mi querido amigo, ¿comprendes todo lo
que estoy diciendo? Todo aquel que desconoce sus propias facultades
espirituales y su funcionamiento es propenso a tergiversar las palabras usadas
en sentido espiritual. ¿Ves ahora más claramente por qué no me atrevía a
decirte: "Muestra tu deseo a Dios"? Te enseñé, por el contrario, a
usar tu ingenuidad y a ocultarlo alegremente. Temía que llegaras a interpretar
literalmente lo que había querido expresar espiritualmente.
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