17.-
QUE UN VERDADERO CONTEMPLATIVO NO HA DE MEZCLARSE EN LA VIDA ACTIVA NI
PREOCUPARSE DE LO QUE ESTÁ A SU ALREDEDOR. NI SIQUIERA DEFENDERSE CONTRA LOS
QUE LE CRITICAN
En el Evangelio de san Lucas leemos que nuestro Señor entró a casa de
Marta, y mientras ella se puso inmediatamente a prepararle la comida, su
hermana María no hizo otra cosa que estar sentada a sus pies. Estaba tan
embelesada escuchándole que no prestaba atención a lo que hacía Marta.
Ciertamente las tareas de Marta eran santas e importantes. (Son, en efecto, las
obras del primer grado de la vid activa). Pero María no les daba importancia.
Ni se daba cuenta tampoco del aspecto humano de nuestro Señor, de la belleza de
su cuerpo mortal, o de la dulzura de su voz y conversación humanas, si bien
esta podría haber sido una obra más santa y mejor. (Representa el segundo grado
de la vida activa y el primero de la vida contemplativa). Pero se olvidó de
todo esto y estaba totalmente absorta en la altísima sabiduría de Dios oculta
en la oscuridad de su humanidad.
María se volvió a Jesús con todo el amor
de su corazón, inmóvil ante lo que se veía u oía hablar y hacer en torno a
ella. Se sentó en perfecta calma, con el amor gozoso y secreto de su corazón
disparado hacia esa nube del no-saber
entre ella y su Dios. Pues, como he dicho antes, nunca hubo ni habrá criatura
tan pura o tan profundamente inmersa en la amorosa contemplación de Dios que no
se acerque a Él en esta vida a través de esta suave y maravillosa nube del no-saber. Y fue a esta misma
nube donde María dirigió el oculto anhelo de su amante corazón. ¿Por qué? Porque
es la parte mejor y más santa de la vida contemplativa que es posible al hombre
y no la hubiera cambiado por nada de esta tierra. Aun cuando Marte se quejara a
Jesús, regañándole por no ordenarle que se levantarse y la ayudase en la tarea,
María permanecía allí muy quieta e imperturbable, sin mostrar el más mínimo
resentimiento contra Marta por su regaño. Pero esto en realidad no ha
sorprendernos, pues estaba totalmente absorta en otra actividad, totalmente
desconocida para Marta, y no tenía tiempo de comunicárselo a su hermana o de
defenderse.
¿No ves amigo mío, que todo este
incidente relativo a Jesús y a las dos hermanas era una lección para las
personas activas y contemplativas de la Iglesia de todos los tiempos? María
representa la vida contemplativa, y todos los contemplativos deberían modelar
sus vidas en la suya, Marta representa la vida activa, y todas las personas
activas deberían tomarla como su guía.
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