34.-
QUE DIOS DA EL DON DE LA CONTEMPLACIÓN LIBREMENTE Y SIN RECURRIR A MÉTODOS; LOS
MÉTODOS SOLOS NUNCA PUEDEN SUSCITARLA
B.-
¡Alerta
con el orgullo! Es una blasfemia contra Dios en sus dones y hace al pecador
temerario. Si fueras realmente humilde entenderías lo que intento decir. La
oración contemplativa es don de Dios, totalmente gratuito. Nadie puede
merecerlo. Corresponde a la naturaleza de este don el que, quien lo recibe,
reciba también la aptitud correspondiente. Nadie puede tener la aptitud sin el
don mismo. La aptitud para esta obra se identifica con la obra misma; son
idénticas. Quien experimenta la acción de Dios en lo hondo de su espíritu tiene
la aptitud para la contemplación y no otra cosa. Sin la gracia de Dios una
persona sería tan insensible a la realidad de la oración contemplativa que
sería incapaz de desearla o buscarla. La posees en la medida en que deseas
poseerla, ni más ni menos. Pero nunca deseas poseerla hasta que aquel que es
inefable e incognoscible te mueve a desear lo inefable e incognoscible. No seas
curioso por saber más, te lo suplico. Sé constantemente fiel a esta obra hasta
que llegue a ser toda tu vida.
Para expresarlo de una manera más
simple, deja que la gracia misteriosa actúe en tu espíritu como quiera y
síguela donde te lleve. Que ella sea el agente activo y tú el receptor pasivo.
No te interfieras con ella (como si te fuera posible aumentar la gracia), más
bien déjala actuar, no sea que la estropees totalmente. Tu parte es la de la
madera con respecto al carpintero o la casa en relación al que la habita.
Permanece ciego durante este tiempo desechando todo deseo de conocer, ya que el
conocimiento es aquí un obstáculo. Conténtate con sentir cómo se despierta
suavemente en lo hondo de tu espíritu esta gracia misteriosa. Olvídate de todo
excepto de Dios y fija en él tu puro deseo, tu anhelo despojado de todo interés
propio.
Si esto de que te hablo forma parte de
tu experiencia, entonces llénate de confianza porque realmente es Dios, y él
solo, quien despierta tu voluntad y deseo. Él no necesita técnicas ni tu
asistencia. No tengas miedo del maligno, pues él no se atreve a cercarse a ti.
Por astuto que sea, es incapaz de violar el santuario interior de tu voluntad,
si bien algunas veces puede atentarlo por medios indirectos. Ni siquiera un
ángel puede tocar directamente tu voluntad. Sólo Dios puede entrar aquí.
Estoy tratando de aclarar con palabras
lo que la experiencia enseña más convenientemente: que las técnicas y métodos
son en última instancia inútiles para despertar el amor contemplativo.
Es inútil venir a esta actividad armado
con ellos. Pues todos los buenos métodos y medios dependen de él, mientras que
él no depende de nada.
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