7.- CÓMO SE HA CONDUCIR UNA PERSONA DURANTE LA ORACIÓN RESPECTO A
LOS PENSAMIENTOS, ESPECIALMENTE RESPECTO A LOS QUE NACEN DE LA CURIOSIDAD E
INTELIGENCIA NATURAL
Es inevitable que las ideas surjan en tu
mente traten de distraerte de mil maneras. Te preguntarán diciendo: "¿Qué
es lo que buscas?, ¿qué quieres?".
A todas ellas debes responder: "A Dios sólo busco y deseo, a él
solo".
Y si te preguntan: "¿Quién es este
Dios?", diles que es el Dios que te creó, que te redimió y te trajo a esta
obra. Di a tus pensamientos: "Sois incapaces de captarle. Dejadme".
Dispérsalos volviéndote a Jesús con amoroso deseo. No te sorprendas si tus
pensamientos parecen santos y valiosos para la oración. Con toda probabilidad
te encontrarás a ti mismo pensando en las maravillosas cualidades de Jesús, su
dulzura, su amor, su gracia, su misericordia. Pero si prestas atención a estas
ideas, verás que han conseguido lo que deseaban de ti, y continuarán hablándote
hasta inclinarte hacia el pensamiento de la Pasión. Vendrán después ideas sobre
su gran bondad y, si continuas atento, estarán complacidas. Pronto te
encontrarás pensando en ti vida pecadora y quizá con este motivo te podrás
acordar de algún lugar en que viviste en tu vida pasada, hasta que de repente,
antes de que te des cuenta, tu mente se habrá disipado por completo.
Y, sin embargo, no eran malos
pensamientos. En realidad eran pensamientos buenos y santos, tan valiosos que
todo el que desee avanzar sin haber meditado con frecuencia en sus propios
pecados, en la Pasión de Cristo, la mansedumbre, bondad y dignidad de Dios, se
extraviará y fracasará en su intento. Pero una persona que ha meditado
largamente estas cosas ha de dejarlas detrás, bajo la nube del olvido, si es que quiere penetrar la nube del no-saber que está entre él y su Dios.
Por eso, siempre que te sientas movido
por la gracia a la actividad contemplativa y estés determinado a realizarla,
eleva con sencillez tu corazón a Dios con un suave movimiento de amor. Piensa
solamente en Dios que te creó, te redimió y te guió a esta obra. No dejes que
otras ideas sobre Dios entren en tu mente. Incluso esto es demasiado. Basta con
un puro impulso hacia Dios, el deseo de él solo.
Si quieres centrar con todo tu deseo en
una simple palabra que tu mente pueda retener fácilmente, elige una palabra
breve mejor que una larga. Palabras tan sencillas como "Dios" o
"Amor" resultan muy adecuadas. Pero has de elegir una que tenga
significado para ti. Fíjala luego en tu mente, de manera que permanezca allí
suceda lo que suceda. esta palabra será tu defensa tanto en la guerra como en
la paz. Sírvete de ella para golpear la nube de la oscuridad que está sobre ti
y para dominar todas las distracciones, fijándolas en la nube del olvido, que
tienes debajo de ti. Si algún pensamiento te siguiera molestando queriendo
saber lo que haces, respóndele con esta única palabra. Si tu mente comienza a
intelectualizar el sentido y las connotaciones de esta "palabrita",
acuérdate de que su valor estriba en su sencillez. Haz esto y te aseguro que
tales pensamientos desaparecerán. ¿Por qué? Porque te has negado a
desarrollarlos discutiendo con ellos.
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