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QUE EL HOMBRE HA DE PERDER LA CONCIENCIA RADICAL DE CONCENTRACIÓN EN SU PPROPIO
SER, SI ES QUE QUIERE LLEGAR A LAS ALTAS CIMAS DE LA CONTEMPLACIÓN DE ESTA VIDA
Sé cauto al vaciar tu mente y tu corazón
de todo excepto de Dios durante el tiempo de esta obra. Rechaza el conocimiento
y la experiencia de todo lo que es inferior a Dios, dejándolo bajo la nube del olvido. Y has de aprender
también a olvidar no sólo a toda criatura y sus obras sino también a ti mismo,
juntamente con cuanto has hecho por el servicio de Dios. Pues un verdadero
amante no sólo quiere a su amado más que a sí mismo sino que en cierto sentido
se olvida de sí mismo en relación al único que ama.
Y esto es lo que has de aprender a
hacer. Has de llegar a abominar y detestar todo lo que ocupa tu mente excepto a
Dios, pues todo es un obstáculo entre él y tú. Apenas si te ha de extrañar el
que llegues a odiar el pensar sobre ti mismo en vistas a tu mayor comprensión
del pecado. Esta mancha fétida y detestable llamada pecado no es sino tú mismo,
y aunque no lo consideres con todo detalle, ahora sabes que es parte y parcela
de tu mismo ser y algo que te separa de Dios.
Rechaza, pues, el pensamiento y la
experiencia de todas las cosas creadas, pero aprende más especialmente a
olvidarte de ti mismo, ya que todo tu conocimiento y experiencia depende del
conocimiento y sentimiento de ti mismo. Todo lo demás se olvida fácilmente en
comparación con uno mismo. Comprueba si la experiencia no me da a mí la razón.
Aun mucho después de haberte olvidado con éxito de las criaturas y de sus
obras, te darás cuenta de que un elemental conocimiento y sentimiento de tu ser
sigue permaneciendo entre ti y Dios. Créeme, no serás perfecto en el amor hasta
que esto sea también destruido.
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