domingo, 12 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 8A.



8.- UNA BUENA EXPOSICIÓN DE CIERTAS DUDAS QUE PUEDEN SUSCITARSE RESPECTO A LA CONTEMPLACIÓN; QUE LA CURIOSIDAD DEL HOMBRE, SU SABER Y SU NATURAL INTELIGENCIA HAN DE ABANDONARSE EN ESTE TRABAJO; DE LA DISTINCIÓN ENTRE LOS GRADOS Y LAS PARTES DE LA VIDA ACTIVA Y CONTEMPLATIVA

A.- Pero ahora me dices: "¿Cómo he de juzgar estas ideas que actúan sobre mí cuando rezo? ¿Son buenas o malas? Y si son malas, me extraña mucho porque despiertan grandemente mi devoción. A veces son un alivio real e incluso me hacen llorar de pena ante la Pasión de Cristo o de mis propios pecados.
Por otras razones también soy inclinado a creer que estas santas meditaciones me hacen un gran bien. Por eso, si no son malas sino positivamente buenas, no comprendo por qué me aconsejas que las deje debajo de una nube del olvido".
Las preguntas que me haces son muy buenas y trataré de responderlas lo mejor que pueda. Quieres conocer, en primer lugar, qué clase de pensamientos son, ya que parecen ser tan útiles. A esto respondo son las ideas claras de tu inteligencia natural que la razón concibe en tu mente. A lo de si son buenas o malas, insistiré en que son siempre buenas en sí mismas, ya que tu inteligencia es un reflejo de la inteligencia divina. Son buenas, ciertamente, cuando con la gracia de Dios te ayudan a comprender tus pecados, al Pasión de Cristo, la bondad de Dios o las maravillas que obra a través de la creación. Nada de extraño si estas reflexiones arraigan tu devoción. Pero son malas cuando, hinchadas por el orgullo, la curiosidad intelectual y el egoísmo, corrompen tu mente. Pues entonces has dejado a un lado la mente humilde de un sabio, de un maestro en teología y ascética para ser como esos sabios orgullosos del demonio, expertos en vanidades y mentiras. Lo digo como una advertencia para todos. La inteligencia natural se inclina al mal siempre que se llena de orgullo y de curiosidad innecesaria sobre negocios mundanos y vanidades humanas o cuando egoístamente anhela las dignidades mundanas, las riquezas, los placeres vanos, o la vanidad.

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