sábado, 11 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 60.




60.- QUE EL CAMINO MÁS SUAVE Y MÁS SEGURO DEL CIELO SE MIDE POR LOS DESEOS Y NO POR LOS KILÓMETROS

Quizá la ascensión de Cristo sigue siendo para ti una piedra de escándalo. Él ascendió físicamente en presencia de todos sus discípulos y envió al Espíritu Santo como había prometido. Todo lo cual te hace creer que durante la oración has de dirigir literalmente tu mente hacia arriba. De hecho, creemos que Cristo en su humanidad resucitada subió al Padre, pero me vas a permitir que intente explicarte una vez más por qué este hecho no se ha de reconstruir en un sentido literal. Me explicaré lo más sencillamente que pueda aun cuando mi explicación no sea del todo adecuada.
Sí, Cristo ascendió a los cielos y desde lo alto envió al Espíritu Santo, pero subió arriba porque esto era más adecuado que descender o dirigirse a la izquierda o a la derecha. Aparte del alto valor simbólico de dirigirse hacia arriba, la dirección de este movimiento, sin embargo, es totalmente accidental a la realidad espiritual. Pues en el reino del espíritu, el cielo está tan cerca de arriba como de abajo, de detrás como de delante, de la izquierda como de la derecha. El acceso al cielo se hace a través del deseo. El que desea estar en él, realmente está allí en espíritu. La senda que lleva al cielo se mide por el deseo y no por los kilómetros. Por esta razón san Pablo dice en una de sus cartas: "Para nosotros nuestra patria está en el cielo..." (Flp 3,20). Otros santos han dicho sustancialmente lo mismo, pero de diferentes maneras. Quieren decir que el amor y el deseo constituyen la vida del espíritu. Y el espíritu mora donde mora su amor, tan ciertamente como mora en el cuerpo al que llena de vida. ¿Entiendes mejor ahora? No necesitamos tensar nuestro espíritu en todas las direcciones para llegar al cielo, pues ya vivimos en él por el amor y el deseo.

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