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DE CÓMO EL AMOR DEL HOMBRE QUEDA MARAVILLOSAMENTE TRANSFORMADO EN LA
EXPERIENCIA INTERIOR DE ESTA NADA Y DE ESTA FALTA DE LUGAR
Cuán maravillosamente se transforma el
amor del hombre por la experiencia interior de esta nada y de esta falta de
lugar. La primera vez que la contempla surgen ante él todos los pecados de su
vida. No queda oculto ningún mal pensamiento, palabra u obra. Misteriosa y
oscuramente han quedado marcados a fuego dentro de ella. A cualquier parte que
se vuelva le acosan hasta que, después de gran esfuerzo, doloroso remordimiento
y muchas lágrimas amargas los borra profundamente.
A veces la visión es tan terrible como
el resplandor fugaz del infierno y se siente tentado a desesperar de verse
curado y aliviado alguna vez de su penosa carga. Muchos llegan a esta coyuntura
de la vida interior, pero la terrible agonía y falta de consuelo que
experimentan al enfrentarse consigo mismos les lleva a pensar de nuevo en los
placeres mundanos. Buscan alivio en cosas de la carne, incapaces de soportar el
vacío espiritual interior. Pero no han entendido que no estaban preparados para
el gozo espiritual que les habría sobrevenido si hubieran esperado.
El que con paciencia mora en esta
oscuridad será confortado y sentirá de nuevo confianza en su destino, ya que
gradualmente verá curados por la gracia sus pecados pasados. El dolor continúa,
pero sabe que terminará, pues ya va siendo menos intenso. Poco a poco comienza
a darse cuenta de que el sufrimiento que padece no es realmente el infierno,
sino su propio purgatorio. Vendrá un tiempo en que no reconozca en esa nada
pecado virtual alguno sino tan sólo el pecado como un algo oscuro, y esa masa
informe no es otra cosa que él mismo. Ve que en él está la raíz y las
consecuencias del pecado original. Cuando en otras ocasiones comience a sentir
un maravilloso fortalecimiento y unos deleites inefables de alegría y de
bienestar, se preguntará si esta nada no es, después de todo, un paraíso
celestial. Vendrá, por fin, un momento en que experimente tal paz y reposo en
esa oscuridad que llegue a pensar que debe ser Dios mismo.
Pero aunque piense que esta nada es esto
o lo otro, seguirá siendo siempre una nube del no-saber entre él y su Dios.
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