domingo, 12 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 37.



37.- DE LA ORACIÓN PERSONAL PROPIA DE LOS CONTEMPLATIVOS

El experto contemplativo, pues, no depende del razonamiento discursivo del mismo modo que los principiantes y los poco avanzados. Sus conocimientos surgen espontáneamente sin la ayuda del proceso intelectual, como intuiciones directas de la verdad. Algo similar puede decirse también de su oración. Hablo de su oración personal, no del culto litúrgico de la Iglesia, aunque no quiero dar a entender que se desprecia la oración litúrgica. Por el contrario, el verdadero contemplativo tiene la más alta estima de la liturgia y es cuidadoso y exacto en su celebración, siguiendo la tradición de nuestros padres. Pero estoy hablando ahora de la oración privada y personal del contemplativo. Ésta, lo mismo que su meditación, es totalmente espontánea y no depende de métodos específicos de preparación.
Los contemplativos raras veces oran con palabras, y si lo hacen, son pocas. En realidad, cuanto menos mejor. Y además una palabra monosílaba es más adecuada a la naturaleza espiritual de esta obra que las largas. Pues desde ahora el contemplativo se ha de mantener continuamente presente en el más profundo e íntimo centro del alma.
Déjame ilustrar lo que digo con un ejemplo tomado de la vida real. Si un hombre o mujer, aterrorizado por un repentino desastre, toca el límite de sus posibilidades personales, concentra toda su energía en un gran grito de auxilio. En circunstancias extremas como ésta, una persona no se entrega a muchas palabras, ni siquiera a las más largas. Por el contrario, reuniendo toda su fuerza, expresa sus desesperada necesidad en un grito agudo: "¡Socorro!". Y con esta exclamación suscita efectivamente la atención y la asistencia de los demás.
De manera semejante, podemos entender la eficacia de una palabrita interior, que no llega a pronunciarse, pero que surge desde lo hondo del espíritu de un hombre y que es la expresión de todo su ser. (Por lo hondo o profundidad entiendo lo mismo que altura, pues, en el ámbito del espíritu, altura y profundidad, largura y anchura, es lo mismo). Por eso esta simple oración que prorrumpe desde lo hondo de tu espíritu mueve el corazón de Dios todopoderoso con más seguridad que un largo salmo recitado mecánicamente en voz baja.
Este es el significado de aquel dicho de la Escritura: "Una breve oración penetra los cielos".

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