sábado, 11 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 55.




55.- QUE LOS QUE CONDENAN EL PECADO CON CELO INDISCRETO QUEDAN BURLADOS

El enemigo puede, además, engañar a ciertas personas con otras trampas insidiosas. Les puede incitar con celo a mantener la ley de Dios desarraigando el pecado del corazón de otras personas. No vendrá nunca derecho a tentarlos con algo obviamente pecaminoso. Por el contrario, los incitará a asumir el papel de prelados celosos que supervisan todos los aspectos de la vida cristiana, como abad que inspecciona a sus monjes. Reprende a todos y a cada uno por sus faltas, como si fuera un pastor legítimamente constituido. Siente que debe echarles en cara hasta la ira de Dios que se manifiesta por él, y sostiene que es impelido por el amor de Dios y el fuego de la caridad fraterna. Pero en realidad miente, pues es el fuego del infierno en su cerebro e imaginación lo que le incita.
Lo que sigue parece confirmar esto. El demonio es un espíritu que, como los ángeles, no tiene cuerpo. Pero siempre que con el permiso de Dios él (o cualquier ángel) toma un cuerpo para tratar con los hombres, el cuerpo que elige refleja de alguna manera la naturaleza de su misión. Vemos esto en la Sagrada Escritura. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos que, cuando un ángel era enviado para cualquier obra, su cuerpo o su nombre reflejaba su mensaje espiritual. De la misma manera, siempre que el enemigo toma forma humana, alguna cualidad de su cuerpo reflejará su intención.
Un ejemplo concreto ilustra esto muy bien. Ha aprendido de algunos de los estudiantes de nigromancia (culto que enseña la comunicación con los espíritus malignos), y de otros a los que se les ha aparecido el diablo en forma humana, el tipo de cuerpo que precisamente suele adoptar. Me han dicho que cuando se aparece, normalmente acostumbra tener un solo orificio nasal ancho y espacioso, y que puede fácilmente volver su cabeza hacia atrás de manera que el hombre puede ver directamente su cerebro, que aparece como el fuego del infierno. Un demonio no puede tener otro cerebro, y se da por muy satisfecho si puede inducir al hombre a contemplarle, pues la visión sacará al ser humano fuera de sí para siempre. (El aprendiz experto en magia negra sabe muy bien esto y, por ello, toma las precauciones debidas, para no ponerse en peligro él mismo).
Así, pues, cuando el demonio asume un cuerpo, puede estar seguro de que este reflejará de alguna manera su intención. En el caso de falso celo que estamos considerando, inflama de tal manera la imaginación de sus contemplativos con el fuego del infierno, que repentina e imprudentemente se desatarán con presunción increíble. Se arrogan a sí mismos el derecho de amonestar a otros, con frecuencia de una manera cruel y precipitada. Y todo porque sólo tienen un único orificio nasal espiritual. La división de la nariz del hombre en dos fosas sugiere que debe poseer un discernimiento espiritual que le permita decidir lo bueno de lo malo, lo malo de lo peor, y lo bueno de lo mejor antes de formular un juicio. (Por cerebro entiendo la imaginación espiritual, pues según la naturaleza la imaginación reside y funciona en la cabeza).

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