domingo, 12 de abril de 2015

LA NUBE DEL NO-SABER.- 41.



41.- QUE EN TODO, EXCEPTO EN  LA CONTEMPLACIÓN, LA PERSONA HA DE SER MODERADA

Si me preguntas ahora qué clase de moderación has de observar en la obra de la contemplación, te responderé lo siguiente: ninguna. En todo lo demás, como el comer, beber y dormir, la moderación es la regla. Evita los extremos de calor y frío; guárdate contra el exceso por más o por menos en la lectura, la oración o el compromiso social. En todas estas cosas, repito, sigue el sendero del medio. Pero en el amor no guardes medida. En realidad, desearía que nunca cesaras en esta obra del amor.
Has de darte cuenta, en efecto, de que en esta vida te será imposible continuar en esta obra con la misma intensidad durante todo el tiempo. La enfermedad, los achaques del cuerpo y del espíritu y otras innumerables necesidades de la naturaleza te dejarán indispuesto y apartado de sus alturas. Al mismo tiempo, sin embargo, te aconsejo que te mantengas siempre con buen ánimo y, si quieres, con alegría. Lo que quiero decir es que con el deseo puedes permanecer en ella aun cuando interfieran otras cosas. Por amor de Dios, evita, pues, la enfermedad en cuanto te sea posible, a fin de que no seas responsable de una enfermedad innecesaria.
Te hablo seriamente cuando te digo que esta obra exige una disposición relajada, sana y vigorosa tanto de cuerpo como de espíritu. Por amor de Dios, disciplínate en el cuerpo y en el espíritu a fin de mantener tu salud el mayor tiempo posible. Pero si, a pesar de tus mejores esfuerzos, la enfermedad te domina, sé paciente en soportarla y espera con humildad la misericordia de Dios. esto basta. En efecto, tu paciencia en la enfermedad y en la aflicción puede ser a menudo más grata a Dios que los tiernos sentimientos de devoción en tiempos de salud.

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